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1 metro x 20 cm

Comenzó la temporada de pesca 2018/2019, un poco tarde para mí por cuestiones laborales, pero al fin la espera terminó. Apenas pude, salí a pescar obviamente. El primer día fue un poco fallido, ya que la cantidad de agua y la turbiedad de la misma a raíz de las fuertes lluvias, hicieron que las truchas no estuvieses activas, sólo una pequeña marrón sirvió para hacer debutar a la Marutake-AR-II, en éste caso no fue el tamaño de la trucha sino la situación de pesca la que la hizo especial, ya que  después de caminar casi todo el día, sin siquiera tener un pique, por fin pude ver a una truchita subir por mi mosca, justo cuando la sacaba del agua para moverme de lugar. A partir de ahí, esa pequeña se convirtió en obsesión… Después de un par de intentos, por fin abría la temporada y el pescadito volvía al agua sano y salvo.

Pero ésta entrada trata de otra pesca… El segundo día de temporada decidí recorrer los arroyos que tanto me gustan. Después de caminar bastante y ver la cantidad de agua que seguía corriendo, pensé que era hora de volver a casa con las manos vacías, pero en ese mismo instante recordé un pequeño arroyo que alimenta al arroyo que estaba recorriendo sin suerte, y como suele pasar, me dije a mi mismo…  “intentemos algo más!” decidí entonces ir a ver que pasaba en ese lugar, la idea era probar suerte en el remanso que se forma en la unión de ambos arroyos. Para mi sorpresa cuando llego al arroyito en cuestión y estoy por cruzarlo, veo dos truchas arcoiris de unos 35 cm de largo, comiendo justo donde el sendero cruza el arroyito, el cual no tiene más de 1 metro de ancho y en ese sector una profundidad media de unos 25 cm. El escenario no era el mejor ya que toda la zona esta cubierta de rosa mosqueta, y éstas truchitas nadaban justo debajo de unas ramas que rozaban el agua, así que me quede detrás de unos arbustos observando y planificando la estrategia… luego de estar mirándolas unos 5 minutos, noté que estaban comiendo ninfas y por lo que ya había escudriñado entre las piedras, eran de mayfly. Este era uno de esos momentos en el que el corazón no para y el tiempo se detiene. Ahora bien, como meter mi mosca justo ahí?, viendo el panorama me quedaba una única opción, tirar la mosca unos 2 metros por delante de las truchas en un pequeño hueco que había entre las ramas de no más de 50cm x 50cm y dejar que la corriente llevase mi mosca a la línea de alimentación de las truchas. Me arrodille entre los arbustos, saqué apenas algo de línea y lance…, la mosca cayó justo donde quería, la deje derivar y cuando paso por encima de aquellas truchas, una de ellas subió con toda la delicadeza del mundo y absorbió la pequeña ninfa del 16 que tenía atada en mi tippet 4x…, controle la ansiedad, dejé que la trucha girase para volver a su posición y clavé… La Marutake se quejó pero aguantó muy bien, la pelea duro más de lo que hubiera querido, ya que la cantidad de ramas, espinas y barro no me permitían manejarla con facilidad, pero al cabo de unos 2 o 3 minutos, la truchita se rendía y estaba en mis manos… El corazón se me salía de la emoción, la marutake aguantó, la trucha era hermosa y el pique fue increíble!!!, ahora SI, comenzó la temporada!

Truchita arcoiris
Truchita arcoiris
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captura y liberacion/Equipamiento/Lugares de Pesca
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Copo está?

Al poco tiempo que comencé a pescar con moscas, necesite un copo. Digo “necesite”, porque me era realmente difícil manipular una trucha con mis manos, sin provocarle daños, o la tenía que levantar colgando del anzuelo, o la apretaba demasiado, o la sacaba fuera del agua, definitivamente el copo me ayudó a mejorar en esas cuestiones, que por cierto, no son un tema menor. Lo que me llama la atención, es que cuando veo videos de otros países, casi todos los pescadores, inclusive gente muy experimentada, utiliza copo o sacadera (como prefieran) en cambio acá es resistido, es un sinónimo de novato, de falto de experiencia, o pareciera no ser cool o si sabes, no usas copo, no sé, pero algo hay con el tema.

No sé realmente cuál es el motivo para no llevar copo, pero a mí gusta usarlo, de hecho tengo un par de copos y siempre que salgo a pescar lo llevo, a excepción de cuando pesco en lugares extremadamente pequeños, ya que en esos casos entorpece más de lo que ayuda y hasta puede lastimar las truchitas (doy fe de esto, porque sencillamente lo probé)

El primer copo que compré es de madera y red de hilo tejida a mano, es realmente un hermoso copo artesanal, pero a la hora de usarlo con las truchas (es lo que pesco por ahora) note que podía lastimarlas, ya que es una malla muy grande y los nudos suelen raspar a las truchitas. Por éste motivo, decidí comprar otro copo más liviano, en este caso es de aluminio, y con una malla muchísimo más chica y sintética, ya los hay de cilicona que son mucho mejores, ya iré por uno de esos…

La cuestión es que siempre lo uso a pesar de alguna que otra cargada que tengo que soportar, como cosas del estilo “el que lleva copo, pesca poco!” inocentes comentarios de pescadores más experimentados, que por cierto, no usan copo! A más de uno lo he visto luchar con una trucha en la orilla, golpeando el pobre animalito contra las piedras o sacarlos fuera del agua y arrastrarlos por la tierra por no usar el dichoso copo. En fin…

Reconozco que no es demasiado cómodo andar caminando todo un día entre pastizales y arbustos con el copo colgando en la espalda. De hecho suele ser bastante incómodo y se suele enganchar en cuanta ramita haya, lo cual lo vuelve bastante tedioso, de hecho por este motivo y a pesar de contar con el artilugio magnético y correa de seguridad, lo he perdido ya varias veces, finalmente en todos los casos lo he vuelto a encontrar, así que ya se volvió parte de mí equipo en forma indiscutible.

En la primer oportunidad que lo perdí fue en el río Malleo, río que me encanta y suelo frecuentar todas las veces que puedo, de hecho ahora que hago memoria, las tres veces que lo perdí fue en el Malleo, por ende ya sé cual es el problema, no es el copo, es el Malleo 🙂 chistes aparte!!!

La primera vez caminaba por la orilla del Malleo abajo, dentro de la comunidad, y en un momento que pincho una truchita arcoiris, “copo está?” …no está! Volviendo pasos atrás luego de liberar la peque, lo encuentro colgado en un arbusto, a unos pocos pasos de donde me encontraba.

En la segunda oportunidad, había ingresado a una islita que se formaba con la bajante de verano y luego de caminar por más de una hora, misma situación, truchita clavada, manotazo en la espalda y nuevamente “copo está ?” …no está! Esta vez fue un poco más complicado, ya que dentro de la islita no había senderos, por lo tanto recorrer el mismo camino era imposible, así que no me quedo más remedio que recorrer casi toda la isla, hasta que al final, apareció el copo colgado de una retama, como descansando al sol.

Tercera vez (será la vencida?), se repite la historia (si ya sé, a esta altura están pensando lo mismo que yo, pero que bol…) obviamente historia repetida, truchita prendida en la mosca, manotazo en la espalda para tomar el copo y… “copo está?” …nuevamente no está! En ésta ocasión, la trucha era más importante que las otras veces, una arcoiris enérgica y vigorosa de esas que se pueden encontrar en Malleo, que no me la hizo fácil, pero finalmente post recuperación de rigor, volvió a su libertad sin problemas. El detalle que diferenciaba este caso de los anteriores, es que llevaba caminando unas 4 horas, había caminado varios kilómetros, y no era verano, por lo tanto, llevaba waders, campera, mochila, etc. nada cómodo como para volver por el mismo camino, pero me resistía a perder mi copo. Así que una vez más retomé el camino de regreso intentando pasar por cuanto lugar recordaba haber pasado, nada fácil, ya que había caminado mucho, pero mucho de verdad, finalmente llegué después de unas horas, a donde se encontraba mi camioneta, sin suerte alguna. Decepcionado por no haberlo podido encontrar, decidí, descansar un poco y almorzar, luego vería que haría. Después de comer y descansar una hora aproximadamente, decidí que no abandonaría a mi querido copo en aquel lugar, así que guarde todo, mochila en la espalda y a caminar nuevamente hasta el último lugar que había estado, ésta vez no me llevo tanto tiempo, porque no iba pescando, sólo iba en búsqueda de mí copo. Llegue nuevamente a donde había liberado esa última trucha, luego de una hora y media de caminata más o menos, y nada. Cuando ya me estaba resignando, algo en mi interior me decía que no podía ser, no había nadie ese día, el copo debería estar en algún lado, así que volví nuevamente hasta el último lugar recorrido y me senté a la orilla del río a mirar con detalle. Y cuando agudice la mirada, ahí lo ví, mi castigado copo estaba descansando, colgado en una retama a unos dos metros de donde lo había querido manotear para sacar la truchita, siempre estuvo ahí a mis espaldas y yo no lo ví.

Sin copo

Sin copo

Copo perdido

Copo perdido

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