Desde hace bastante tiempo atrás venía soñando con pescar chanchitas (ciclidos bonaerenses) me resultaba un desafío muy interesante poder llegar a pescar una de ellas. Desde ese momento comencé a investigar sobre el tema, leyendo notas sobre sus particularidades, sitios preferentes, alimentación, características generales y al mismo tiempo me fui contactando con pescadores que ya dominan el tema. Así fue como ate algunas mosquitas y una vez más junto al generoso de Aníbal, se planifico una salida de pesca en busca de estas perlitas.

Acordamos logística, fecha, horario y así fue como comenzó este día, inolvidable para mí.

La idea era salir temprano y llegarnos a un arroyo sin nombre en las cercanías de la ciudad de La Plata.

Luego de un breve recorrido y pasar a buscar a Juani (otro pescador) partimos rumbo al, de ahora en más, “arroyito”…

Después de comprar algo para almorzar y averiguar sobre nuevos lugares de pesca, tomamos un camino de ripio que nos llevó hasta el puente y el ansiado arroyito. El día se presentó caluroso y con bastante viento, pero nada tan grave como para entorpecer la hermosa jornada que íbamos a disfrutar.

Luego de inspeccionar un poco el lugar, elegí un equipo #1/#2 marutake (bambú, todo artesanal), junto a un “reel” fijo, más bien un portalinea. Amo los equipos chicos, así que esa me pareció la opción ideal. Debo aclarar que había mucho equipo para elegir, pero finalmente pesqué todo el día con este mismo equipo. Luego de armada la cañita, Juani me sugirió atar una mosquita naranja con ojitos de cadenas, la cual empatille a un tipet 4x. Estaba enfocado en mis tan deseadas chanchitas…

Elegimos costa y rumbo para comenzar la caminata, de a poco nos fuimos separando y cada uno eligió un lugar donde comenzar a probar suerte. Yo quedé en medio de ambos, Juani se apostó más cerca del puente y Aníbal siguió por la costa buscando algún lugar para cruzar, ya que el viento hacía que la costa que elegimos no fuese la mejor opción. Decidí sentarme un rato entre los pastos de la costa, observar y esperar… Luego de unos 5 minutos, veo entre unas plantas acuáticas, la silueta de una chanchita, podía verse asomar de vez en cuando. Saqué línea, esperé, lancé y le pasé la mosca por delante, la siguió, la inspeccionó y finalmente la tomó… Esperé ese instante eterno y clavé, que emoción… Como era de esperar, apenas sintió el pinchazo, la chanchita buscó refugio en las plantas, ya estaba preparado, así que no fue un problema, en un minuto estaba en mis manos. Qué bichito hermoso, nunca voy a olvidar este animalito. Después de quitarle el anzuelo, la observé, la filmé y la dejé en libertad! Ya estaba hecho, era lo que había ido a buscar, mí primer chanchita pescada con mosca.

De ahí en más, todo era placer, disfruté observando las estructuras que ofrecía el arroyito, y cada tanto encontraba otra sombra y repetía la misma rutina. Para el mediodía ya tenía 4 capturas de chanchitas y varios dientuditos voraces, que no le hacían asco a mí fea mosca. A eso de las 13:00 hs. decidimos volver al vehículo, almorzar y descansar un rato, el sol y el calor comenzaban a apretar. Luego de una hora aproximadamente ya estábamos listos para salir a la cancha nuevamente, pero esta vez elegimos encarar la otra costa, buscando que el viento facilitara los lances. Fue una tarde llena de piques para todos, Juani pincho una tarucha, yo engañé una carpa que no pude pinchar y todos fuimos llevando a nuestras manos chanchitas y dientudos. Recorrimos una buena parte del arroyo, hasta que llegamos a un montecito que nos sirvió de reparo y descanso por un rato. Ya sin agua para beber, decidimos comenzar el regreso, el cual también nos ofreció algunos pescaditos más. Fue un día de pesca memorable, mí primer experiencia de pesca con mosca fuera de Patagonia, me encantó!!! Obviamente pienso volver a repetirla.

Dejo algunas imágenes de ese día, que me acompañaran por siempre.

La primer captura:

Camuflado entre los pastos:

Descansando con Juani:

Algunos pescaditos de ese día:

Aníbal y Juani:


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