Parafraseando a los Gun’s, la Patagonia norte Argentina respeta a rajatabla éste título. Apenas comienza la temporada de pesca, la lluvia y el viento son una constante, el clima fluctúa entre días soleados y calurosos, con otros grises, fríos y ventosos, estos últimos muy propicios para pescar.

Esta lluvia, sumado al deshielo que todavía tiene lugar en esta época del año, forman cientos de pequeños hilos de agua, que alimentan sin cesar a los arroyos y ríos de la zona, los cuales buscan en forma casi desesperada, llegar al océano. Casi todos los arroyos y ríos que pesco, vuelcan sus aguas en el océano Atlántico y en este momento se encuentran enturbiados y con un caudal sobredimensionado, que dificulta la pesca.

Así y todo, con paciencia y buscando los sitios adecuados, se puede pescar alguna truchita. Una de las ventajas de vivir en San Martín de los Andes, es que a pocos minutos de casa, tengo a disposición muchísimos hilos de agua, en los cuales conviven por unas semanas, las truchas adultas que subieron a desovar y las truchas residentes. Las mas pequeñas buscan sectores del río muy específicos, ya que sino terminarían siendo comida de las adultas, que en este momento están buscando recuperar peso luego del desgaste producido por el desove. Otra de las ventajas que ofrecen los días “feos” (para mi no existe tal cosa) es que los lugares de pesca son poco frecuentados, así que cuando veo que se aproxima mal clima, salgo en busca de las pequeñas residentes y quien dice, llevarme alguna sorpresa. Los días de lluvia en la montaña, tienen algo especial que me encanta, los olores que emanan las plantas, el canto de los pájaros, el sonido del agua corriendo sobre las piedras, la aparición de hongos, y el frío que me pega en la cara, me dan la paz que busco y me permiten conectar con la naturaleza de una manera mucho más intensa.

El día de hoy comenzó muy caluroso, y el pronóstico marcaba lluvias y vientos fuertes para el final de la tarde, así que era la oportunidad justa para aprovechar lo que describí más arriba. El equipo elegido fue una marutake #1 de 7 pies, con un reel cargado con linea artesanal y una kebari atada al final de un tippet 4x. Como el agua baja muy turbia, elegí una mosca que tuviera brillo y que trabajara justo debajo de la película de agua.

Si bien las condiciones son difíciles, tuve una horita de pesca muy entretenida, con buenas capturas de pequeñas truchitas arcoiris.

Una linda juvenil que no se pudo resistir a la kebari

A %d blogueros les gusta esto: