Historias/Lugares de Pesca
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Mi primera con dos manos…

Mayo, se acerca el fin de temporada, una muy buena oportunidad para tentar a una marrón migratoria. Decidimos ir al río Chimehuin, ya que varios pescadores nos hablaban y mostraban fotos sobre las truchas marrones que allí estaban pescando. Después de un par de averiguaciones, decidimos ir a un tramo del río que ya conocíamos y habíamos visitado en el verano con magros resultados, el lugar es hermoso y el río bello por donde se lo mire, aguas cristalinas, paredones de piedra, correderas, rápidos, muchas formaciones tentadoras, la idea era ésta vez probar suerte con las marrones y si se daba, capturar alguna de estas hermosas bichas.

Esta vez dejé el equipo #3 y decidí llevar mi equipo #6, no soy muy amante de los equipos grandes, ni de las grandes moscas, pero pensando en “la trucha” decidí asegurarme un poco. De todas maneras ate un tippet 4x y en su extremo una pequeña ninfa en #16, a sabiendas de que no era lo ideal, todos estaban tentando marrones con “gatos” de un tamaño importante, pero bueno, a mi me gusta probar con otras variantes y a mi ninfa le puse toda la fe.

En una primer parada caminamos por varios brazos muy prometedores, sin embargo no pudimos más que capturar algunas pequeñas truchas, todas arcoiris de unos 500gr máximo. Después de un par de horas de caminata, decidimos que avanzaríamos río arriba, rumbo a la boca, pero sin llegar a la misma, ese era por lo menos mi plan, mi amigo pescaría la boca, uno de sus lugares preferidos, tal cual comente en la entrada anterior. La idea era que me dejara unos kilómetros antes y el siguiese hacia la boca, para el final del día encontrarnos en el puente sobre el río …y eso fue lo que hicimos.

Apenas armé mi equipo, comencé a observar el lugar y a la vista no había actividad alguna, todo era belleza, tranquilidad, paz, pero nada de peces… Busqué un lugar donde podía ingresar al agua sin que la corriente me jugara una mala pasada, ya que era mucha en esa zona (el río venía bastante cargado) y desde allí río abajo, pescaría unos 500 metros aproximadamente. Comencé haciendo unos lances desde la costa, buscando en cuanto lugarcito prometedor veía. En los primeros “tiritos” logré pinchar unas pequeñas marroncitas, truchitas parecidas en tamaño a las que habíamos pescado río abajo en los brazos que mencioné antes, era evidente que por allí no habría ninguna trucha de dos manos, mucho pez chico, muy chico.

De a poco fui entrando al río y comencé a probar suerte tirando a la otra orilla (el río en esa zona tiene un ancho de unos de 25 metros aproximadamente) dejando derivar y acompañando mi ninfa en forma controlada, o por lo menos, esa era la intención… se fueron sumando algunas capturas menores, pero una vez caminado unos 50 metros note una gran piedra hundida en el medio del río, me parecía que ese podría ser un buen lugar para que una trucha más importante esté esperando comida, ya que el agua aminoraba un poco su velocidad, pero además se juntaban un par de corrientes y la piedra serviría de refugio para un pez más veterano y con experiencia. Asi que sin perder tiempo, lance río arriba calculando la deriva de mi mosquita, para que pasara justo frente a la piedra. Lance, deje derivar y cuando la mosca pasa justo donde quería, siento una sutil tomada, intente clavar y nada… se soltó!

Seguí río abajo dejando descansar el lugar y todo siguió más o menos igual, algunas truchitas chiquitas cada tanto y ninguna otra cosa. Era el momento de volver a intentar en aquella piedra, presentía que ahí había algo distinto. Asi que salí del río, caminé costa arriba, y comencé con la misma rutina, intentando primero desde afuera buscando en cada rincón, pero la intención final era pescar esa piedra. Llego el momento, repetí acción, lance río arriba, deriva controlada para pasar justo por delante de la piedra, y nuevamente sentí la sutil tomada, espere ese instante eterno y clavé, ésta vez la caña se paró en seco y comenzó la pelea…

Sabía que había clavado algo importante, así me lo hacia notar el chillido de mi viejo STH mientras cedía línea, y mi caña también apoyaba esa afirmación doblándose como nunca… Recordando todo lo leído y estudiado, traté de que la pelea con aquél pez no termine a su favor, utilizando distintos ángulos de lucha, el freno del reel, la propia línea contra la corriente, etc. Después de varios minutos de embestidas y ceder, pude comenzar a acercar el pez, el cual permitía ver debajo del agua su silueta rojiza que todavía luchaba contra la corriente y la tensión de mi línea con todas sus fuerzas.

Lo único que puedo agregar es que la tensión era alta y que mis manos temblaban, trate en todo momento de no ceder a la presión que me autoimponia al no querer perder esa pieza, así que fui relajándome de a poco y sin perder el objetivo, me medi a la par con el vigor y experiencia de ese pez, ésta vez todo parecía estar de mí lado…

Llevo varios minutos, hasta que finalmente pude comenzar a cansarlo, hizo un par de últimas embestidas y finalmente se dejó acercar y pude ver a una hermosa trucha marrón que esta vez había sido engaña y llevada a la orilla como nunca antes me había sucedido, por fin tenia en mi copo a una trucha de dos manos.

Temblaba literalmente, con la satisfacción enorme, de haber hecho las cosas bien, todo había funcionado como esperaba, equipo, presentación, clavada, pelea y finalmente la captura con el copo. Un rato de silencio y contemplación, bajar las pulsaciones y disfrutar. Foto obligada para el recuerdo y recuperación con liberación de aquella veterana trucha. Si esta es la última de la temporada ya no importa, se cerró un ciclo, muchísimos errores cometidos, por ansiedad, por falta de experiencia, por ignorancia, todo eso había sido superado en esta captura, que lindo fue, creo que jamás me voy a olvidar de esta trucha, mi primera con dos manos…

Trucha marron

Trucha marron

Trucha marron

Trucha marron

Trucha marron

Trucha marron

Liberacion

Liberacion

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Todavia no me agarró la fiebre…

Ante la insistencia de un amigo, acepté acompañarlo a pescar la boca del río Chimehuin, la cual es famosa por la fiebre que provoca en los pescadores que terminan enamorándose de ella. Seguramente por mí falta de experiencia en éstos lugares, todavía realmente no me atrae la pesca que ahí se practica, es más, de a momentos me hizo recordar a los pescadores enredando sus lineas en la costanera del Río de la Plata en Bs.As. Mucha gente, todos haciendo lo mismo, con equipos grandes, moscas grandes, todo un ritual al que no estoy acostumbrado.

Llegamos relativamente temprano, un día frío, gris, pero sin viento, según dicen no son las mejores condiciones de pesca que pueden darse allí, preparamos equipos y nos separamos, mi amigo pescaria la boca y yo me iría rio abajo un km mínimo, para buscar los lugares solitarios y con otro tipo de aguas, aquellos sitios donde me siento más cómodo pescando y en donde me permite conectar mejor con la naturaleza, que es lo que busco cada vez que salgo a pescar…

La mañana transcurrió normalmente, por mí lado algunas truchitas chicas que me fueron suficientes para divertirme con mí equipo #3 y las pequeñas moscas que mojé ese día. Luego del almuerzo, el cual habíamos coordinado previamente para encontrarnos cerca del puente de la ruta a las 14:00 hs, decidimos volver a intentar nuestras pescas, yo hice el mismo recorrido, pero ésta vez por la orilla opuesta, ya que quería probar otros sectores del río, mismo resultado. A la tardecita cuando volvimos a encontrarnos, casi no quedaban pescadores, la cosa estaba más “calma” y ahí sí me animé a probar unos tiritos en la famosa “boca”… tuve la suerte de pinchar una arcoiris chica mientras trataba de sacar una mosca de la campera de mí amigo, y no mucho más que eso…

En un momento escucho el grito característico… “EEEEEEEEEEEEEEEEEESSSSSSSSAAAAAAAAAAAAAAAAAA” mí amigo había pinchado algo interesante, ya que su caña se doblaba particularmente indicando que el pescado que estaba del otro lado de la línea, era importante, lo veía vadear entre las piedras, tratando de que aquel animalito no se soltase y tampoco rompiese el leader… era su momento!!! Asi que sólo atiné a observar, ver como peleaba esa trucha y cuando finalmente la tuvo entre sus manos, corrí por el puente hasta la otra orilla y cámara en mano, hice las fotos de rigor, una hermosa marrón de unos 3.5kg aproximadamente que había sido engañada y tentada por un anzuelo lleno de plumas… Todo era emoción!

Ese día comprendí a que se referían con la “fiebre de la boca”, aunque se que todavía no es mí momento, nunca digas nunca! Tal vez alguna vez me pique el bichito, por ahora, sólo soy un compañero de viaje y el fotógrafo de turno… 🙂

Marron del Chimehuin

Marrón del Chimehuin

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