2da. generación!
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2da. generación!

Después de haber vivido la primer experiencia de pesca con cañas marutakes, fui haciéndome de una idea mucho más clara de cómo debería ser la vara ideal, tome notas de varios puntos a corregir/ajustar y aprovechando la veda de pesca en Patagonia, me metí de lleno a trabajar en ello.

El proyecto de las marutakes de la 2da generacion (asi me gusta llamarlas) debía cumplir con ciertos premisas que paso a enumerar:

  1. Mejorar los enchufes/encastres. Este fue el principal error cometido en mis primeras marutakes. En todas tuve algún problema al respecto, o bien lo rompí por falta de refuerzos, o por no ajustar en forma precisa el encastre y por ende, cada vez que debía desarmar el equipo, terminaba debilitando esa zona.
  2. Buscar una acción equilibrada. Probablemente sea el tema más difícil, ya que tiene que ver con el gusto de cada uno, y porque además la combinación de cañas requiere contar con una gran cantidad de varas para ir seleccionando las que se ajusten a nuestra búsqueda, ya sea en potencia, acción, espaciado de nudos, especie de bambú, peso, diámetro de la caña, etc. En este punto o bien me quedaban demasiado flex y lentas (en extremo) o demasiado potentes y con solo acción de punta.
  3. Empuñadura ergonómica. Al estar en Patagonia, donde las aguas de arroyos, ríos y lagos son muy frías, sumado al clima bastante extremo, no es menor el papel que la empuñadura tiene para una caña de pescar. Debe ser cómoda y transmitir lo menos posible el frío del agua y/o ambiente.
  4. Balance y peso. Me tomé el trabajo de calcular en forma aproximada cuántas veces realizaba falsos casts en una jornada de pesca completa y llegue a la conclusión de que no es para nada descabellado, suponer que se realizan cerca de 1500 falsos lanzamientos. Hice el siguiente cálculo: Jornada de pesca de 8 horas, de las cuales, 1 hora la tomo para comer, de las 7 restantes, calcule que la mitad del tiempo camino, osea que estoy en el rio 3 1/2 hs. Ahora voy a tomar como que de esas 3 1/2 hs. la mitad del tiempo casteo, y la otra mitad la uso para moverme, derivar la mosca, etc. Me quedan todavía 1 3/4 hs. o sea, estoy 105 minutos casteando. Si estimo que cada falso cast dura unos 2 segundos, estoy en el orden de los 3.000 cast aproximadamente. Y ahora supongo que por alguna otra razón, la mitad de ese tiempo lo utilicé para pelear una trucha, sacar fotos, etc., estoy en el orden de los 1500 falsos cast. Obviamente este cálculo es sumamente imperfecto, pero de todas maneras no creo que este muy lejos de la realidad. En esta última temporada pasada, salí a pescar un promedio de 15 veces por mes, y considerando que la temporada dura desde Noviembre a Mayo, osea 7 meses, pero nuevamente descarto un mes completo y dejo sólo 6, eso me da que salí a pescar aproximadamente unas 90 veces. Creo que ya se estarán haciendo una idea de cuánto esfuerzo deben soportar estas cañas y por ende este humilde pescador 🙂
  5. Acción y resistencia. No sólo por la suavidad de casteo que busco, sino porque además, el viento es bastante común en esta zona y las truchas que debo pelear realmente son potentes.

Sobre el tema estético creo que es una constante búsqueda, y sinceramente no me preocupa demasiado, aunque obviamente quiero que queden lindas 🙂

Resumiendo… Por el gran esfuerzo a las que suelo someter a las marutakes y por la gran cantidad de tiempo que las utilizo a lo largo de una temporada completa, la durabilidad y comodidad son fundamentales. Obviamente la acción buscada para el tipo de pesca que me gusta realizar y las peleas que suelen presentar las truchas salvajes de la zona, hacen que no sea fácil dar con la vara ideal, encontrar el equilibrio justo entre acción, potencia, sensación, comodidad y durabilidad es un largo camino por recorrer. Son muchísimos los factores a tomar en cuenta, y creo yo, que es lo que hace más entretenido e interesante el hermoso desafío. Tuve la suerte de probar marutakes increíbles, así que eso me motiva aún más a continuar firme en esta búsqueda de superación.

Ya están listas las dos primeras cañas, dos varas bien distintas entre sí.

En ambas utilicé una sola unión de casquillo de bambú, minimizando las zonas más vulnerables de éstas cañas. Son varas de 8′ 1/2 de yatake, acción full flex y de recuperación lenta. Se sienten muy suaves al castear y cada una tiene su propia impronta. La “Rubia” se siente mejor con una línea #3 y la “Colo” con una línea #4. Para las empuñaduras utilice corcho (sigue siendo el material que mejor se adapta al frío y las exigencias que expuse más arriba) y marlo (choclo) buscando materiales alternativos.

Los herrajes están hechos de alpaca dura. En el caso de la primer anilla, además está revestida con resina epoxi. El portareel lo hice en un caso de corcho y en el otro de bambú. El final de la caña como siempre está hecho de nudo coihue de hongo llao llao. Esto es un detalle distintivo en mis cañas que me gusta mucho.

Estas dos primeras cañas están listas esperando la próxima temporada y ya están en curso otros proyectos, de los cuales en alguna próxima entrada les iré contando…

Suavidad al presentar… Una de las características buscadas en las marutakes
Full flex
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1,2,3 marutakes!

Días de vacaciones, marutakes en mano y wader puesto… Así comencé salida tras salida, durante 12 días corridos exigiendo las marutakes!

Como ya había adelantado en alguna otra entrada, la idea es pescar sólo con marutakes hechas por mí, creo que es la forma más eficaz de encontrar defectos y accionar para mejorarlos.

Lo primero que puedo contar, es que realmente se comportan de maravilla y que la acción y por ende, la sensación de pesca que tienen éstas varitas, es realmente muy buena y distintiva. Tuve la suerte de pescar bastante y en distintos ambientes y condiciones, con un par de factores comunes, mucho viento y mucha agua. Utilice los dos equipos, la marutake I en #3 y la II en #4, ambas con líneas de flote y pescando con ninfas y secas (prácticamente no utilizo streamers, pero sólo por una cuestión de gustos, si bien a comienzos de temporada sería lo ideal en varios casos)

Algunos detalles que noté para mejorar fueron los siguientes:

1) empuñaduras: ajustar más la ergonometria, y cuidar el balance entre la vara y el reel. En algunas salidas noté algún cansancio en la mano.

2) ambas varas tienen un largo en el orden de los 7 pies, una vara un poco más larga hubiera venido bien en ciertas circunstancias. Ésto me “obliga” a tener más cañas 😁 con distintos largos.

3) los empalmes Bamboo/fibra de vidrio, no me convencen del todo, prefiero empalmes con casquillos de Bamboo, mis marutakes tienen c/u un empalme de cada tipo y el de 100% Bamboo rindió mejor, además de que estéticamente le otorga, para mí gusto, características distintivas con respecto a una caña de fibra/carbono. De hecho uno de las espigas de fibra se “ablando” y tuve que cambiarla.

4) los pasahilos de spinning producen más rozamiento que los clásicos de fly. Utilice en una de las punteras un pasahilos de spinning y es notorio el menor rendimiento a la hora de castearla.

5) terminar el empatillado de los pasahilos con algún otro tipo de laca o barniz, ya que utilice una laca artística al agua y en los empalmes se craquela un poco. Para laquear la caña funciona perfecto, aportando una hermosa terminación.

6) seguir mejorando en el enderezado de los tramos. Acá se nota aún más, el poco camino recorrido.

Dicho todo ésto, está clara la falta de experiencia que tengo en la fabricación de las marutakes, por ende aclaro que todo lo expresado obedece 100% a mí trabajo y no a las “tacuaritas”.

Así y todo la pesca con estas varas es hermosa, y para condicionarlas más aún, no tuve ningún reparo a la hora de dejarlas dentro del agua mientras fotografiaba algunas truchitas, en tirar de la caña con algún enganché en un árbol, rosa mosqueta, etc. El Casteo contra el viento fue constante y tampoco reparé en hacerlo delicadamente, por el contrario, fue casi siempre exagerado, y ante el pinchado de algunas truchas de cierto porte, también exigí en la pelea, y debo admitir que estoy gratamente sorprendido, ya que en alguna que otra ocasión, las marutakes se quejaron, pero no cedieron ni un poco. Realmente les veo un futuro prometedor, y voy a seguir trabajando en mejorarlas y en aprender más sobre éstas hermosas varitas.

Quiero destacar las sensaciones que produjeron las marutakes a otros pescadores. A lo largo de las salidas me crucé con varias personas, a las cuales inmediatamente les llamaba la atención la caña con la que yo pescaba, frases como.. “perdón que te moleste, con que estás pescando?”, “Me mataste, qué hermosura esa cañita”, “uuuuy que lindo se siente ésta cañita”, “te felicito que linda caña”, “mirá, tiras 20 metros tranquilo”, “no me hubiera imaginado, yo conozco el Split bambú, pero esto realmente no lo conocía”, ” y como se te ocurrió hacer esto?”, “Aaaa no pesa nada!” Y largas charlas al respecto. Cuando pregunté que opinaban estos pescadores dotados de todo el equipamiento y con equipos bastantes costosos, sobre lo que veían y sentían con una marutake en la mano, no sabían expresar exactamente qué era, pero todos coincidieron en que había algo que les gustaba. Según deduzco (quizás equivocadamente) es que rememora ese inicio en la pesca que tuvimos casi todos siendo chicos y que nos divertíamos con una simple tacuarita, un pedacito de hilo y una boyita. Además de la estética inusual que brinda una caña casi al natural, y la acción suave y delicada que muestra al castearla, presentar las moscas y al pelear un pez. Casi todos los mosqueros aprendemos desde el inicio que para pescar con mosca necesitamos ciertos equipos específicos, de determinadas marcas, etc. Y creo que esto finalmente genera una sorpresa especial al ver un tipo que se divierte tanto o más que ellos con una simple “tacuarita” en la mano.

Un párrafo aparte merece una pequeña historia… Un día decidí ir a pescar a un río que está a unos 60kms de casa, luego de transitar la ruta 40 llegué al lugar, me vestí, preparé la caña, línea, mosca y entre al río, en el segundo cast, pincho una hermosa trucha y ante la primer embestida, la marutake cedió, obviamente la trucha se fue… Sin perder tiempo ni meditar sobre lo sucedido, volví al vehículo, me cambié, desarme todo y directo a casa. Cuando pude observar con más detalle, noté que una de las espigas de fibra de vidrio se había ablandado ya que el alma de la misma, tenía fibras más flexibles, estimo que para dotar a la varita con características especiales sobre la flexión y torsión. Corriendo contra reloj fui hasta la ferretería a comprar algunos materiales. Quite la espiga rota, volví a preparar el tramo para colocar otra espiga previamente ajustada, poxipol 10 minutos y cable termocontraible… A la hora estaba en otro río pescando truchas. Así sigue hoy en día la marutake AR II que se comporta de forma excelente.

En fin, es el comienzo de un largo camino, pero que hermoso es transitarlo…

Por supuesto, pronto se viene la “Gandalf-AR-III” y como dijo Aníbal (al cual debo agradecer infinitamente todo ésto) “ya me pico el bichito que causa la enfermedad marutake” 😁

Algunas imágenes de esos días:

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