A las que no comen, no le tires…
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A las que no comen, no le tires…

Había vivido mí primer experiencia en un río de aguas lentas, planas y claras, de fondo arenoso, con enormes matas de plantas y poblado de hermosas truchas arcoiris y marrones, todas de muy buen porte y extremadamente difíciles de abordar. Pasé una jornada llena de errores y por supuesto, de desaciertos que terminaron con truchas huyendo de mí torpe accionar.  Pero de todo se aprende…

Al final de aquel frustrado día de mí primer temporada de pesca con mosca, me topé con otro pescador de avanzada edad, que claramente leyó lo ocurrido apenas cruzamos miradas. Después de saludarnos, me dijo “no te preocupes, no es un río fácil. No te ofendes si te doy un consejo?” Esas palabras sonaron para mí, como caídas del cielo, así que apenas terminó de decirlas, mí gigante “para naaaaaaada” le causaron algo de gracia… Imagino mí cara de ese momento…

Es simple, me dice… Si no las ves comer, no pierdas el tiempo! Me saludo muy amablemente y siguió su camino, ni me dió tiempo a decir gracias… Levanté mí mano, a modo de saludo y el hizo lo mismo mientras se alejaba lentamente. Les aseguro que esperaba alguna explicación más extensa, más detallada, pero no, yo también me alejé un tanto desilucionado.

No fue hasta la temporada pasada que volví al mismo lugar, ésta vez además de llevar más cosas en mí mochila, también cargaba con bastantes más horas de río, algo muy valioso para cualquier pescador.

Si bien en el lugar existen varios ambientes para pescar, ríos, arroyos y lagos, decidí volver al spring creek que me había vapuleado un par de temporadas atrás. Sinceramente no recordaba las palabras de aquel pescador, y mí ansiedad hizo que en mí primer acercamiento, las truchas una vez más se alejaran hacía el fondo de los pozones, ahuyentadas por mí torpe caminar. Fue en ese momento, mientras veía como dos hermosas truchas arcoiris salían lanzadas como misiles, que resonaron en mí cabeza las palabras mágicas!

Me alejé…

Fui en busca de la sombra de un árbol, me senté, y mientras tomaba algo para combatir el agobiante sol de las tardes de verano, en silencio me dedique solo a contemplar, tratando de encontrar alguna trucha comiendo. Vi varias, pero ninguna comía, algunas estaban estáticas a la sombra de los pastizales de la orilla y otras sencillamente nadaban de un lugar a otro. Me tente más de una vez, pero estaba esperando “la” oportunidad y estás truchas claramente no me la darían.

No cambié mí actitud, sólo me moví unos metros para poder observar otro tramo del río y por fin, pude ubicar el morro de una trucha que asomaba por entre los juncos que no paran de danzar con la suave corriente de este pequeño y hermoso río. Ahora sí, había una chance real.

No tenía apuro, la trucha seguía su pausado ritmo comiendo algo que no podía distinguir, estaba aproximadamente a unos 8 metros río abajo. Desde mí posición no era un lance fácil, el árbol que me servía de sombra, complicaba mucho el casteo, además había algo de viento que acotaba aún más mis escasas posibilidades. Era seguro que la trucha seguiría tranquila, claramente no había notado mí presencia.

Revisé el líder 3x y mi pequeño escarabajo de foam atado en un anzuelo #14, todo parecía estar en orden. La trucha comía a unos escasos centimetros de la orilla y se movía hacia los costados, pero nunca se alejaba mucho más allá de un par de palmas. Decidí alejarme, caminar río abajo y sobrepasar la posición de la trucha unos 5 o 6 metros. Una vez en posición, arrodillado para evitar ser visto y tratando de no hacer ningún ruido ni provocar la mínima vibración que me delatara, saqué línea, esperé ver a la trucha o algún indicio que la delatara, de todas maneras ya la había marcado, identificando un arbusto que me servía de referencia. Espere inmóvil, me transpiraban las manos y podía sentir los latidos de mí agitado corazón. Quién vivió algo parecido sabrá perfectamente de lo que hablo y el que no, les deseo que alguna vez puedan vivirlo.

Miré detrás mio, había unos cuantos arbustos así que el tiro debía ser más bien alto y luego una única oportunidad me separaba de la trucha. Aguante la respiración, hice el falso cast y deposité la mosca más o menos dónde quería, cayó suave… nada… seguía sin respirar. Esos instantes son eteeeeeeeernos!

Cuando el escarabajo comienza a derivar muy despacio, veo una aureola en el agua y la mosca desapareció. Mientras todo sucedía en cámara lenta, doy una bocanada de aire y me paro mientras levanto la marutake, noto el peso de la marrón que acabo de clavar, explota el agua y la lucha es a todo o nada, sabía que las plantas iban a ser la primer jugada, me anticipé y no le aflojé, al cabo de unos minutos la quejosa y enojada marrón estaba dentro del copo. Agitado y emocionado, me arrodille en el barro mientras le tomé una única foto y la deje ir.

Solo placer y alegría…

Agradezco ese simple consejo de aquel pescador desconocido.

Marrón todavía enojada
En libertad
64
Experiencia 100% marutake

Hermosa fonti

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Experiencia 100% marutake

Finalmente pasaron 7 meses de pesca intensa, 100% marutake.
Ya me parece lejano cuando en la temporada pasada (2017/2018) fantaseaba con pescar con cañas de bambú. En una primer instancia comencé a buscar información, modelos, fabricantes, costos, etc. etc. de las clásicas cañas de split bambú, desconociendo totalmente el tema, descubriendo que estaba entrando en un mundo muy exclusivo dentro de la pesca con mosca. Ese mundo sencillamente no estaba a mi alcance.

No fue hasta que un día, estando en la casa en que nací, encontré por casualidad una vieja mojarrera que había hecho allá por los finales de los ’70, cuando apenas tenía unos 9 o 10 años aproximadamente. Esa vieja varita de caña tacuara (hotei) estaba en perfectas condiciones, conservando el viejo tostado que le había dado en la hornalla de la cocina de mi mamá, tratando de no quemarla demasiado, sin sospechar que la había templado y por lo visto, bastante bien, porque recuerdo haber capturado buenos pescados con esa vieja y querida varita. Apenas la vi, la tomé entre mis manos y acto seguido y casi sin darme cuenta, me encontraba casteandola dentro de la habitación.

Fue justo ahí cuando me pregunté, ¿ no se podrá hacer algo similar para pescar con mosca ? Esa misma noche, comencé a googlear sobre el tema, ya que casi siempre hay alguien que pasó por el mismo cuestionamiento y el sr. google que todo lo sabe , me ayudó inmediatamente a responder esta inquietud. A partir de allí, me surgió la necesidad de investigar y descubrir que tan lejana estaba la posibilidad de que yo mismo pudiese fabricar una cañita de este tipo… Así descubrí el mundo marutake.
Ya conté en alguna otra entrada, que buscando en la red llegue al grupo de la Caña Viajera ( https://www.facebook.com/groups/historiasdeviajeras/ ), un grupo de gente con ganas de compartir experiencias y conocimientos. Este fue el disparador que realmente necesitaba. Siendo fiel a mi sobrenombre dentro de la pesca con mosca “Gandalf” decidí bautizar mis varitas de ésta manera “Gandalf-AR-…” la sigla AR por Argentina y además y casi sin querer, porque son las iniciales de mi mentor Anibal Reyes (creador y administrador del grupo de la caña viajera) y quién además me proveyó y sigue proveyendo de todo lo necesario para la fabricación de estas varas, seguido por el número de vara fabricada en denominación Romana.
Así fue como nacieron la primer serie de marutakes Gandalf-AR-I, II, III y IV, todas ellas con características bien distintas. Las describo brevemente a continuación:

Gandalf-AR-I
Caña de 7’, para línea #3, 3 tramos, con uniones de casquillo de bambú y empuñadura de corcho, de recuperación lenta y acción full flex. Hermosa caña que sólo armé, ya que Anibal fue quién me facilito un kit completo. En esta primer y querida caña cometí todos los errores que un principiante podía cometer, y la caña lo pagó caro, pero antes de tener que desguazarla me brindó hermosos momentos de pesca, con capturas de truchas extremadamente peleadoras y de muy buen porte. Las partes recuperadas pasarán a la nueva generación de marutakes.

Gandalf-AR-II
Caña de 7’ 6”, para línea #4, 3 tramos, con uniones de espiga de fibra de vidrio y empuñadura de corcho, acción medio punta y recuperación semi rápida. Es la caña que más utilice, realmente me enseñó a pescar con las marutakes, la rompí y la arregle en un par de oportunidades. Si bien estaba mejor que la AR-I, esta lejos de ser la caña ideal, pero pesca. Perdí la cuenta la cantidad de pescados que logre con esta caña, realmente fue un todo terreno a la que le saque todo el jugo que se le puede sacar a una caña. Esta vara va a seguir pescando sin problemas.

Gandalf-AR-III
Caña de 7’, para linea #1, 2 tramos, con unión de casquillo de bambú, empuñadura de raíz de tacuara. En ésta vara ya tenía un par de cosas aprendidas, salió muy bien. Era la primera vez que yo mismo elegía los blanks (los tramos de caña con los que se fabrican las varas) Esta cañita la utilizo con una línea artesanal hecha a partir de hilo dyneema curado con lasur en frío. La acción de ésta delicada caña la hace ideal para pesca muy fina, en entornos de arroyos pequeños. Una pesca que me encanta. Es la caña que utilizo para pescar pequeñas y no por eso menos hermosas y peleadoras fontinalis.

Gandalf-AR-IV
La última de la saga “Gandalf” (primer generación). Es una caña de 7’6”, de 3 tramos para linea #4/#5, con unión macho/hembra, de acción de punta y recuperación muy rápida. Empuñadura de tacuara. Es la caña con la que terminé de pescar el último mes y medio de la temporada. Estéticamente y constructivamente quedó muy bien, pero no llega a tener la sensación de pesca que más me gusta para una caña marutake.

En todas las cañas use pasahilos fabricados artesanalmente con alambre de alpaca dura, terminados con detalles de resina epoxi en el clásico formato “snake”, los cuales fueron empatillados con hilos del tipo que utilizan los tapiceros, que si bien no es tan delicado como los que se suelen utilizar en las cañas de split bambú, son sumamente fuertes y vistosos. La terminación y acabado final de las dos primeras lo hice con laca poliuretanica y de las dos ultimas, con barniz marino.

A lo largo de los últimos meses, alterne pesca en la zona cordillerana de montaña donde vivo, y en los clásicos arroyos y lagunas bonaerenses (en éste último caso con cañas fabricadas por Anibal, el cual muy gentilmente me permite testear). Pesqué días de mucho calor, días de mucho frío, bajo sol pleno y bajo lluvia y nieve. En días con una quietud máxima y otros con vientos huracanados. En ambientes sumamente cerrados, donde es casi imposible castear, y en lagos y ríos donde debí castear no menos de 15
o 20 metros. Pesqué con línea fija y con reel. Las marutakes lo permiten, no se achican bajo ninguna condición. Fueron innumerables jornadas de hasta varias horas en el río que dejaron grabados en mi, la captura de varios pescados que hicieron quejar a las cañas y hasta las rompieron, lo cual no fue más que aprendizaje y experiencia ganada. Pesqué solo y pesqué acompañado, conecté con la naturaleza como no había hecho antes, reviví el espíritu predador que tenía dormido, y las marutakes facilitar todo ésto. Truchas arcoiris, truchas marrones, salvelinos fontinalis, dientudos bonaerenses, chanchitas, mojarras, todos peces que fueron atrapados por alguna de las marutakes mencionadas.

Definitivamente me enamoré de éstas cañas, no sólo por el infinito placer que provoca pescar con algo fabricado por uno mismo, sino además, por la sensación de pesca que se logra, muy distinto a las clásicas cañas modernas de grafito. No tiene comparación. Tengo la suerte de vivir en ambientes muy cercanos a los lugares de pesca, con lo cual le he dado duro a todas las cañas que hice, y he conseguido detectar varias cosas a mejorar y además, ahora tengo mucho más claro cómo quiera que sea la próxima generación de marutakes.

Esto es un camino de ida, en el cual fui conociendo mucha gente, compartiendo experiencias y conocimientos. Lograr el nivel de los artesanos japoneses, es sumamente difícil, pero se que con el tiempo podré lograr cañas que van a mejorar en mucho a estas 4 pioneras.

Invito a todos los que gusten de la pesca con mosca, en cualquiera de sus modalidades, a que se animen a probar alguna de estas cañitas y por supuesto que se sumen al grupo de la caña viajera, donde van a ser muy bien recibidos y podrán sacarse todas sus dudas y porqué no, enseñarnos a los demás.

Experiencia 100% marutake, un camino de ida!

Gandalf-AR-I

Gandalf-AR-II

Gandalf-AR-III

Gandalf-AR-IV

Las cañas de Anibal

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