Historias/Lugares de Pesca/Naturaleza
0 Comments

Cuando no quieren, no quieren…

Habíamos decidido ir al emblemático río Chimuhuin en Junín de los Andes con un amigo. El día arrancó bien tempranito, una vez habíamos llegado, preparamos equipos y salimos a caminar el río, yo sin waders, de ser posible prefiero no usarlos, así que todo comenzó con bastante frío, pero el sol de a poco hizo lo suyo para que me olvidase del tema, fue una larga mañana en la que apenas hubo algún que otro pique de las truchitas que timidamente comenzaban a activarse…

Decidimos cambiar de lugar y caminar mucho más, alejarnos un poco de los lugares con más presión de pesca, inclusive esos lugares luego se convierten en balnearios, ya que estos días se presentaban con bastante calor… Una vez alejados un par de kilómetros, comenzamos a probar nuevamente nuestra suerte, las truchitas más grandes comenzaban a activarse y hubo algún que otro pique interesante, hasta acá todo era disfrute del paisaje y cada tanto, la adrenalina se activaba con algún pique que nos sorprendía…

Había encontrado un pocito que estaba activo, así que tuve la suerte de pinchar unas truchitas, algunas de las cuales llegaron al copo, las otras ganaron la pulseada.. De repente escucho el silbido de mi amigo que me llama desde un pequeño barranco a unos 200 metros de donde yo estaba, enseguida especule con que había pinchado algo importante, así que salí corriendo hasta donde estaba él, pero para mi sorpresa, lo oigo decir “mira que lo es esto” y me señala un curvon del río, donde ser formaba un remanso que hacía cambiar la corriente, cuando miro en detalle no había menos de 7 u 8 hermosas truchas nadando y que cada tanto subían a comer, nos dividimos el lugar y comenzamos a tirar con todo lo que teníamos, estas truchas eran realmente muy selectivas, no tomaban nada de lo que presentabamos, probamos con streamers, ninfas, secas, húmedas, y nada, con unas clásicas wet pude pinchar un par de arcoíris más chicas, pero no más que eso..

Cambiamos los ángulos de lanzamiento, río arriba, río abajo, de costado con deriva, stripeando, nada…enseguida comentamos lo que en más de una oportunidad habíamos escuchado “si no las ves comer, no pierdas el tiempo, no van a picar…” y quizás sea cierto, después de muchísimos intentos, decidimos ir a almorzar y probar suerte más tarde… Después de volver al vehículo, comer algo y descansar un poco, regresamos al mismo lugar, misma suerte, tirar y tirar, nuevamente probamos con varios patrones y no había manera de poder conectar con ellas, bajé al agua y me acerqué a las truchas a escasos metros, tirándoles arriba de donde nadaban, adelante, atrás de ellas, dejando que la deriva les pase bien cerca, una vez más … nada de nada, definitivamente cuando no quieren, no quieren…

Resignados por haber perdido la batalla, decidimos no molestarlas más y dejarlas vivir en armonía con la naturaleza como corresponde, nos retiramos del lugar y por supuesto hablamos de ellas un largo tiempo… Ya volveremos con un mejor plan!!! Algunas imágenes de aquel día:

Liberando la bella arcoiris:

 

Una de las bellas arcoiris que llego al copo:


Los bellos lupinos patagonicos:

0
Historias/Lugares de Pesca/Naturaleza
0 Comments

Figurita difícil…

Como siempre acostumbro durante la temporada, cuando termino de trabajar a última hora de la tarde, salgo a pescar, la excusa perfecta para distenderme y olvidarme por un rato de java, postgresql y tantas cuestiones tecnológicas, un cable a tierra…

Por una cuestión de tiempos y cercanía, elijo los arroyos pequeños que tengo a no más de media hora de casa, los arroyos de montaña son lugares que me encantan, no solo por sus truchitas de arroyo, sino también por el paisaje que los rodea, generalmente tranquilos y con poca presión de pesca, ya que no mucha gente los elije, por suerte para mí…

Suelo ir a 3 o 4 lugares que ya tengo bien estudiados y casi siempre me brindan una buena diversión y entretenimiento, justo lo que voy a buscar. En uno de estos lugares en particular, existía una figurita difícil, siempre veía detrás de un sector muy chico (un pozoncito formado por un tronco caído que quedo atrapado entre piedras) subir una truchita a comer, y cuando le presentaba mis moscas, subía repentinamente y a último momento, oooooooooooooooooooosooooooooo… esquivaba mi mosca y volvía a su lugar de protección debajo de toda esa maraña de ramas y piedras. Cada vez que iba a ese lugar probaba un rato con la escurridiza truchita y nada, siempre la situación se repetía una y otra vez, salía a toda velocidad a tomar mi mosca, pero en el último centimetro, esquivaba sin más y volvía al fondo de ese pocito…

Esta semana volví a ir al mismo lugar y como era más que obvio, decidí intentar una vez más, esta vez ate otra mosca, una adams parachute en anzuelo #18, apenas mojé la mosca salió desde el fondo a toda máquina (hasta acá nada distinto) pero ésta vez para mi sorpresa, mordió… mordió y como! Tomó la mosca y comenzó el festín, salto tras salto, noté que no se trataba de una fontinalis, sino que era una pequeña arcoíris, después de un rato de lucha entre los palos del fondo, logré sacarla, era una hermosa truchita, la más esquiva de ese lugar, finalmente había cedido..

La insistencia obtuvo sus frutos, ya era la segunda temporada que iba tras ésta truchita esquiva, y finalmente cedió. Está más que claro que un patrón de mosca puede hacer la diferencia, luego seguí pescando con la misma mosca y tuve muchas capturas, resultó ser un patrón que en este pequeño arroyo, funciona muy, pero muy bien con todas las truchitas…

Luego de quitar el anzuelo, la deje recuperar y la devolví a su lugar, todavía tenía fuerzas para seguir luchando, espero que nos volvamos a cruzar en otra oportunidad, hermosa truchita de arroyo.

La hermosa truchita a punto de irse nuevamente a su lugar…


La mosquita que pudo mas…

 

3
A %d blogueros les gusta esto: