A latigazo limpio…
Este último verano del (2022) comenzó con varias sorpresas. En esta ocasión un par de amigos me pidieron salir a pescar con mosca por primera vez. Todo un desafío en esta época del año por la poca disponibilidad de lugares cercanos libres de turistas, la notable falta de agua y la consiguiente subida de temperatura de la misma. Todos aspectos que impactan en forma negativa en la pesca de salmónidos.
Avisados de la situación, mi propuesta fue simple, salimos a pescar todos juntos, les muestro lo que sé y luego ustedes pescan con total libertad, a lo cual todos aceptaron sin ningún tipo de cuestionamiento. Elegí ríos cercanos a la zona de San Martín de los Andes, donde el vadeo se hace más fácil. Mochila al hombro y a buscar peces a vista, sin importar el tamaño de los mismos, después de todo, el único fin de estas salidas era compartir en el rio e intercambiar ideas y experiencias sobre cuidado de medio ambiente, respeto por la naturaleza, impacto sobre los peces y el ecosistema, etc. Aclaro que evite los lagos, porque los días en esta época del año, son bastante ventosos, algo complicado para quien no lanzó nunca con una caña de pesca con mosca. Y ni hablar la cantidad de gente que se acerca a sus playas a disfrutar de las mismas.
Así fue que visitamos los ríos Meliquina, Pichi Traful y Chimehuin, con la visión clara de salir al aire libre y pasar un buen momento juntos y de paso, pescar algo si las condiciones nos eran favorables. Buscando una mejor chance salimos a la mañana temprano, antes que el sol de verano pegue de lleno y los peces dejen de estar activos.
De acuerdo a la situación que mencioné más arriba, elegimos equipos livianos #2 y #3, líneas de flote y moscas atadas en anzuelos #16 y # 18, con el único fin de poder pinchar a las atolondradas juveniles que toman casi todo lo que se le presente delante del “hocico” , pero sin dejar de estar atentos ante la posibilidad de encontrarnos con alguna veterana desprevenida.
Franco a un minuto de llegar al río Pablito concentrado a full Fabian en plena cacería
Como era de esperar, en todos los ríos tuvimos resultados similares. Nos encontramos con poca agua, caliente y peces juveniles de relativa facilidad de pesca. Y destaco lo de relativo, porque la temperatura era tal, que ni siquiera las truchitas más peques se activaban después de cierta hora. Con el sol pegando fuerte y el agua calentándose constantemente, con la consiguiente disminución de oxígeno y el aletargamiento de los peces, se volvió muy complicado pinchar algún pescadito. De todas maneras pescaron. Lo cual me dio una enorme alegría al ver sus caras de felicidad devolviendo un pescadito al agua, intacto, entendiendo todo… Misión cumplida!
Una de las cosas más difíciles cuando tomamos una caña de mosca por primera vez y sobre todo si venimos pescando con otras modalidades como el spinning por ejemplo, es sacarse ese “chip” para poder hacer nuestras primeras armas casteando. Ese fue uno de los temas en los que más me enfoque, pero sin pretensiones innecesarias. Una vez más la idea era simple y clara, poder presentar una mosca en el agua, a unos 5 o 6 metros de distancia con la mayor sutileza posible, tratando de conseguir una deriva relativamente ordenada, y eso fue lo que más nos divirtió a todos y en donde los chicos y los no tanto, pusieron su mayor concentración y esfuerzo. Fue inmensa la alegría, cuando los podía ver que a medida de que avanzaban las horas, se iban relajando más y podían pensar más en pescar que en lanzar, como cuando por fin tenemos equilibrio para poder pasear en bicicleta o manejamos un vehículo sin pensar en los pedales, botones, palancas y perillas. Mientras los veía meta “latigazo limpio”, recordaba mis primeros intentos en el lago Villarino un dia de viento terrible, tratando de hacer que la mosca llegase al agua… Pasar de las plomadas de 180 gramos a una línea #5 no fue una tarea fácil, es más, creo que aun no lo es…
Marroncita a punto de irse Arco que se fue como un rayo Recuperándose Mostrando uso del copo Eze, haciendo lo propio Vadeo y casteo… Eze y Dani atentos…
Todos terminaron presentando moscas con bastante suavidad y pescaron sus primeras truchas, las cuales fueron devueltas al agua con el cuidado que corresponde.
Otro aspecto importante en el que nos enfocamos, fue en el vadeo, ya que casi ninguno lo había hecho con anterioridad. Si bien como comente antes, buscamos ambientes de poca dificultad, siempre es un desafío caminar pisando “huevos” todo el dia sobre piedras bocha llenas de algas. Con alguna que otra caída/patinada, todos se fueron acostumbrando y al final de las jornadas, ya nadie pensaba en lo que tenían bajos sus pies. Es más, con alguno casi tuvimos que suplicar para que saliera del agua 🙂
Estimo que será un recuerdo que seguirá con ellos por un largo tiempo y espero que lo hayan disfrutado tanto como yo. Compartir con amigos, mientras se contemplan estos paisajes, nos llenan el alma y presiento con que alargan la vida.
Nada como una siesta al lado del río… Disfrutando del agua y de la pesca Dani animandose al vadeo profundo
Cada uno se fue con una marutake hecha con mucho cariño y dedicación, la cual deseo que los acompañen en sus próximas salidas de pesca con mosca.
Eze con su marutake Amiguito descansando
Muchas gracias a Fabian, Albi, Pablo, Franco, Daniel y Ezequiel, me hicieron sumamente feliz, fue una experiencia que nunca olvidaré.
Que se repita!
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